Las autoridades han informado este lunes de que se han encontrados los restos mortales de dos personas en el devastador incendio del norte de California, llamado Call Fire, por lo que se eleva a 79 el número de muertos por este fuego. Junto a las tres víctimas que deja otro incendio al sur del estado, el Woolsey Fire, cerca de Los Ángeles, hay un saldo total hasta este lunes de 82 muertos por los dos incendios.
A los muertos en el incendio del norte se suman 699 personas desaparecidas (casi la mitad de la cifra ofrecida hace unos días), más de 15.000 edificios destruidos, la ciudad de Paradise completamente devastada y 150.000 acres arrasados, mientras que el fuego se ha logrado contener en un 70 %, según los últimos datos facilitados por las autoridades.
Los bomberos que desde hace más de una semana luchan contra las llamas en el gigantesco incendio que arde en el norte de California han dicho esperan tener el fuego completamente controlado a finales de este mes. Fijan como «fecha anticipada de contención total» el 30 de noviembre, lo que, en caso de cumplirse, sería más de tres semanas después de que se declarase el fuego el pasado día 8. En el caso del incendio del sur, los bomberos lo tienen controlado casi en su totalidad.
Las condiciones meteorológicas adversas que se habían pronosticado para las últimas horas, en las que se esperaban fuertes vientos que dificultasen las tareas de extinción, han resultado menos feroces de lo previsto, lo que ha permitido a los bomberos seguir trabajando. Según las predicciones del Servicio Nacional de Meteorología, el miércoles llegarán las primeras lluvias a la zona del condado de Butte, donde se desarrolla el incendio, que se encuentra extremadamente seca y que no ha visto llover desde hace meses.
Los meteorólogos están «casi seguros» de que ese día habrá precipitaciones, aunque no en una cantidad suficiente como para que haya riesgo de desprendimientos de tierras en la zona arrasada por el fuego. Las autoridades sí han expresado su temor, sin embargo, de que pese a que el agua pueda ayudar en las tareas de contención, a su vez enfangue la zona quemada y dificulte la recuperación de cuerpos.
Además, las precipitaciones y el barro podrían presentar riesgos para las decenas de miles de personas que permanecen evacuadas, muchas de las cuales se hallan viviendo en tiendas de campaña en zonas habilitadas como refugios temporales.
La lluvia aliviaría la situación en gran parte del resto del estado, que desde hace días se encuentra en alerta roja por la mala calidad del aire, ya que el humo se desplaza cientos de kilómetros hasta alcanzar áreas muy pobladas como Sacramento, la capital del estado, y la bahía de San Francisco.
La causa que originó el fuego sigue siendo desconocida y las autoridades mantienen abierta una investigación, pero todas las miradas se centran en la compañía eléctrica Pacific Gas & Electric (PG&E), que reveló haber detectado hasta dos problemas en una línea de alta tensión del lugar el mismo día que se declaró el incendio.